domingo, 21 de junio de 2009

El Oso Polar



El oso polar es el mayor y más fuerte depredador de los hielos marinos y costas árticas barridas por el viento. El macho adulto pesa en promedio 460 kilogramos, pero su agilidad es tal que puede saltar grietas de hilo de más de 3,65 m. de anchura. Los machos casi desarrollados miden de 2,40 a 2,60 m. de longitud (las hembras 1,80), pero algunos llegan a los 736 kg., 3,30 m. de largo y 1,35 de alto en la cruz. Presenta un perfil más alargado que el de otros osos y las patas más desarrolladas, tanto para caminar como para nadar largas distancias. Las orejas y la cola son muy reducidas, para mantener mejor el calor corporal, al igual que en muchos otros mamíferos árticos. En esto también colaboran una gruesa capa de grasa subcutánea y un denso pelaje, que en realidad no es blanco, sino translúcido, formado por miles de pelos huecos (que al estar llenos de aire, son un buen aislante térmico). Bajo el pelaje se encuentra la piel, que es negra para atraer mejor la radiación solar y aumentar así el calor corporal. La luz ordinaria se refleja sobre el pelaje, generando normalmente la falsa sensación de blancura. No obstante, en determinados momentos y lugares puede verse amarillenta o incluso parda clara. La pérdida del calor corporal se encuentra muy reducida, tanto por el pelaje y el color de la dermis como por el espeso panículo adiposo que se encuentra bajo la piel y que sólo se adelgaza en la cabeza, especialmente en la nariz. Durante el verano estos osos adelgazan y al poseer muy densamente vascularizados los músculos pueden irradiar entonces el exceso de calor. Cubierto como está de una piel abundante y de una gruesa capa de grasa, el oso polar se encuentra a sus anchas en las heladas extensiones donde habita. Su pelaje es una de las obras maestras de la naturaleza. Como el de muchos mamíferos boreales, está formado por una capa exterior de pelo recio que protege otra interior de pelos más finos.



Estos pelos, además, son transparentes y sólo nos parecen blancos porque reflejan todo el espectro visible; una buena parte de la luz solar que en ellos incide se refleja hacia dentro y, tras un intrincado recorrido, llega hasta la piel negra del oso, la cual, debidamente cubierta por el “pelaje invernadero”, se convierte en uno de los captadores solares más eficiente del mundo. El oso polar, perfectamente adaptado a la gélida temperatura del mar. Aunque suele nadar lentamente, es capaz de alcanzar una velocidad de unos 6,5 km/hora y de mantenerla durante cierto tiempo. Cuando está agotado de nadar, descansa flotando y quizá por usar este método es capaz de franquear distancias de más de 60 km. Asiduo cazador, su extraordinaria fuerza le permite extraer del hielo, por el angosto agujero respiratorio, a una foca de anillos de 90 kg.; con tal ímpetu, que le rompe la pelvis en la extracción. En invierno las focas excavan y mantienen orificios respiratorios en el hielo. El oso polar las localiza por el olfato y espera a que asomen la cabeza, a veces después de taponear los otros orificios vecinos.



El oso polar es el mayor y más fuerte depredador de los hielos marinos y costas árticas barridas por el viento.
Pero la base de su dieta son las focas, sobre todo la de anillo y la barbuda, que constituyen presas esenciales para su supervivencia. Si no está muy hambriento, el oso se come sólo las vísceras y el tocino de la foca, dejando los restos a merced de carroñeros como el zorro ártico o los cuervos.

El oso polar es un cazador esencialmente solitario. Sólo cazan juntas las hembras y las crías no mayores de un año. Pasando el periodo de celo, los machos abandonan a las hembras y no se ocupan de su familia. Durante el breve celo luchan a veces salvajemente; el resto del tiempo se ignoran, a no ser que coincidan en algún festín de carroña, tales como ballenas o narvales atrapados.

HÁBITOS ALIMENTICIOS Y DE CAZA

Esta especie es la más carnívora de todos los osos, aunque ingieren una parte ínfima de vegetales durante el verano ártico en la tundra. Nadan con facilidad (a veces cientos de kilómetros), pero capturan a sus presas en tierra o sobre el hielo, siendo los depredadores dominantes de su hábitat. Las focas y algunas ballenas, como la beluga, son capturadas cuando abren agujeros en el hielo para respirar. En verano rastrean el aire con su poderoso olfato, a la búsqueda de crías de foca resguardadas en cámaras bajo el hielo; más raramente se acercan a las colonias reproductivas de morsas, donde capturan ejemplares jóvenes, o a las zonas de anidación de aves marinas, como los araos, para alimentarse de huevos y pollos. No hibernan, y durante estos meses fríos suelen ser seguidos por decenas de zorros árticos que devoran las carroñas que deja a su paso, pero nunca los atacan. Los hábitos de estos animales son casi siempre solitarios, y son frecuentes las peleas entre machos para aparearse con las hembras y las peleas entre individuos de cualquier sexo para apoderarse de la comida. Por lo general las peleas se resuelven por horripilación; es decir: cuando un ejemplar disuade o intimida a otro haciendo notar su potencial fortaleza evidenciando su corpulencia. Tampoco parecen tener problemas con los lobos, siendo su único enemigo pluricelular importante los humanos.

Algunos ejemplares se acercan a áreas habitadas, donde roban pescado puesto a secar o rebuscan en la basura. En Manitoba se ha llegado a ver individuos alimentándose de aceite de motor y grasa abandonada.

El área de distribución del oso polar coincide a grandes rasgos con el de las focas árticas; la foca pía (Pagophilus groenlandica), la foca de casco (Cystophora cristata), la foca barbuda (Erignathus barbatus) y la foca anillada (Pusa hispida). De todas ellas, la anillada es su presa principal y representa un 85% de su dieta; esta foca es uno de los pinnípedos más pequeños, por lo que durante la estación de caza un oso adulto se ve obligado a matar a unos cincuenta, lo que equivale a uno cada cinco días.

El resto de su dieta se compone de carroña y -cuando pasan el verano en tierra firme- de una amplia gama de materia vegetales y pequeñas presas: bayas, hierbas, raíces, algas e invertebrados marinos, mientras que los cazadores más expertos consiguen capturar algunos peces, lémmings y liebres árticas. Los osos de la bahía de Hudson han desarrollado una técnica para atrapar patos y los de las islas Svalbard consiguen arrebatar los huevos de gaviotas tridáctilas, araos de Brünich y otras aves marinas.

A fines de otoño y en invierno, las focas anilladas mantienen abiertos agujeros en la superficie del hielo para respirar y salir a tierra. Estas focas son muy individualistas: cada una excava sus propios agujeros, defendiéndolos con ahínco. Sobre el hielo, las focas dominantes incluso les niegan la entrada a los individuos más jóvenes e inexpertos, y éstos tienen que buscar otra ruta hacia el agua, convirtiéndose entonces en presa fácil para cualquier oso que transite por la zona. Así, cuando una foca se halla sobre el hielo, el oso polar se acerca sigilosamente e intenta capturarla por sorpresa. Si consigue llegar hasta ella, le golpea el cráneo de un zarpazo y si el animal no muere de inmediato lo remata con mordiscos en la nuca.

Una variante acuática no muy usual de esta caza al rececho consiste en deslizarse en el agua -sin salpicar apenas y emergiendo tan sólo su negro hocico- e ir acercándose a la foca bajo el agua; si ésta por algún motivo intuye su presencia, el oso se zambulle pro completo y continúa su rececho bajo el agua durante uno o dos minutos; cuando está a unos 10 m de la presa hace una salida rápida para confirmar la posición de la foca, vuelve a hundirse y emerge explosivamente del agua para saltar sobre su presa. Esta persecución acuática requiere una considerable destreza que no poseen todos los osos; el rececho sobre el hielo tampoco es fácil y se salda con muchos fracasos.

Por estos motivos, la técnica de caza más habitual y probablemente más exitosa es el acecho. Ayudado pro su extraordinario sentido del olfato, el oso localiza un agujero de respiración, que en invierno puede estar enterrado a más de 1 m bajo la nieve, se sienta sobre sus cuartos traseros y espera pacientemente, durante horas si es necesario, hasta que la foca sale a respirar; instantánea y velozmente, el oso introduce su antebrazo en el agujero y en un solo movimiento, destroza el cráneo de la foca y la levanta hacia fuera para devorarla sobre el hielo.

DISTRIBUCIÓN Y HÁBITAT

El oso polar habita uno de los biotopos más hostiles del planeta; la zona circumpolar del hemisferio norte. El dominio de este animal cubre, por lo tanto, una enorme extensión de territorio. Antes de pensaba que los osos del Ártico comprendían una población única y numerosa de individuos que vagaban a sus anchas por todo el anillo circumpolar. Pero tras años de estudios, los biólogos identificaron varias poblaciones independientes que presentan ciertas características comunes.

Las barreras entre estas poblaciones son bastante tenues, porque los osos rara vez se adentran en tierra firme, de tal modo que los accidentes geográficos afectan poco a sus deambulaciones.

Pese a esta inexistencia de barreras, los especialistas creen que hay varios centros vagamente definidos: hacia el oeste, la isla de Wrangel y el este de Siberia, el oeste y el norte de Alaska y las islas del norte de Canadá; hacia el este, las poblaciones de osos rodean Groenlandia y utilizan como base las islas noruegas de Svalbard, la Tierra de Francisco José y el centro-norte de Siberia.
Pero por muy extensa que sea su área de distribución, el oso polar se encuentra rígidamente confinado pro dos factores fundamentales; por una parte, la distribución de la foca anillada, que es su principal presa, y por otra, la persecución de que fue objeto pro el hombre, que es el único depredador capaz de hacer frente al gran cazador del Ártico.

En varias ocasiones se han observado osos polares en alta mar a 300 km de la costa más próxima. Para llegar tan lejos utilizan como balsas los trozos de hielo flotantes. Los bloques helados son muy abundantes en el hábitat preferido del oso polar: zona del “pack ice” o banquisa estacional. En las regiones polares se distinguen tres tipos de banquisas: la permanente, la estacional y la costera. La primera no se funde nunca, ni siquiera en verano y tiene de 800 a 1.000 km de diámetro.

Toda la periferia de esta banquisa está rodeada por otra estacional o “pack ice”, que a causa de las corrientes marinas y los vientos constituye una superficie muy fracturada y caótica, con numerosos “leads” o canales de agua libre cuyo trazado varía un día tras otro. La banquisa costera, por su parte, se forma en otoño, ya que la congelación de las aguas de la costa se produce a temperaturas menos frías.
De estas tres banquisas, la que ofrece condiciones más favorables a las focas es la del “pack ice” y, por lo tanto, sus depredadores, los osos, adecuan sus actividades estacionales a las variaciones de esta zona.

Desde el otoño hasta la primavera, la mayoría de individuos se encuentran en esta banquisa estacional, a excepción de las hembras grávidas, que invernan en tierra firme. Durante el breve verano ártico, cuando la banquisa estacional se deshiela, los osos se concentran en los residuos de ésta o bien se desplazan hacia tierra firme, ocupando los territorios que probablemente habitaban antaño.

EL CICLO VITAL DEL OSO POLAR

Excepciones a la vida solitaria

En primavera, los machos son atraídos por las hembras en celo, las cuales delatan su estado por el olor. Aunque la huella olorosa de una hembra puede atraer a docenas de machos, por lo general sólo uno se decide a seguirla desde lejos. Tras un elaborado cortejo, la concentración de estrógenos de la hembra asciende finalmente al nivel adecuado par ala concepción. Sólo entonces permite que el macho la monte, continuando luego a su lado unos pocos días.

Una vez fecundada la hembra, el desarrollo de los óvulos fertilizados no se produce de inmediato. Antes de implantarse en el útero, permanecen en estado de blástula hasta el otoño siguiente, momento en que empieza la gestación propiamente dicha, la cual únicamente dura de seis a diez semanas. En esta época, las hembras gestantes se dirigen a tierra firme o hacia los sectores de la banquisa de hielo espeso, donde excavarán su osera para permanecer en ella durante cinco meses, viviendo en letargo de sus reservas acumuladas.

Los oseznos

Entre fines de noviembre y enero, nacen los indefensos oseznos -por lo general en número de dos-, que no abrirán los ojos hasta las cuatro semanas de vida y no adquirirán su pelaje protector hasta los tres meses de edad. En marzo o abril, la familia sale de su refugio invernal, al principio sin alejarse mucho, y cuando las crías han cobrado la fuerza y destreza suficientes, lo abandonan definitivamente para dirigirse hacia la banquisa donde se iniciarán en las distintas técnicas de caza bajo el atento control de la madre.



Durante la primavera y el verano la madre y las crías se desplazan por la costa y por los bloques de hielo fracturados de la banquisa en busca de alimento que consiste en peces, pequeñas focas y crías de morsa que los cachorros alternan con la leche materna.
Las crías permanecerán junto a su madre casi dos años; transcurrido ese tiempo, la familia se disgregará y los jóvenes osos iniciarán su vida en solitario.


Al agua

La cría de esta osa polar no parece muy decidida a lanzarse a las gélidas aguas de la bahía de Hudson (Canadá), pero su madre insistirá hasta conseguir que dé este paso. Durante el tiempo que los oseznos pasan con su madre participan de forma activa en sus cacerías, aprendiendo a desenvolverse cómodamente tanto en tierra firme como en el hielo tambaleante y en el agua. Sólo así podrán sobrevivir cuando abandonen la familia.

¿COMO AFECTA EL CALENTAMIENTO GLOBAL AL OSO POLAR?

El hielo marino del Océano Ártico y las áreas interconectadas de mares helados representan el hogar del oso más grande y más depredador de esta familia. Todas las especies vivientes de osos evolucionaron hace 22 millones de años de un ancestro común, el Ursavus de Asia. Los osos polares (Ursus maritimus) evolucionaron de un grupo de osos pardos (Ursus arctos) hace más de 200.000 años, al encontrarse aislados de otras poblaciones de osos pardos debido a los glaciares, probablemente en Siberia. Es fácil imaginar el cambio evolutivo en los osos pardos que habitaron las costas del norte durante un período de enfriamiento climático, cuando presa tan tentadora como incautos cachorros de foca se podían encontrar costa afuera.

La mayor preocupación acerca de los efectos del cambio climático en los osos polares es la pérdida de hábitats y los cambios en el hábitat de hielo marino. El hielo marino del cual dependen los osos polares ha estado experimentando una reciente disminución en área, en la duración de la cobertura y en su espesura debido al calentamiento global. Cambios observados en el hielo marino y en el hábitat que pueden afectar a los osos polares incluyen:

• Una disminución de un 1,5% por década en la extensión máxima del hielo marino durante el invierno;
• La pérdida de la capa de hielo multi-anual (es decir, el hielo empacado polar permanente), el cual está disminuyendo en un 10% cada década;
• Un aumento en la extensión de aguas abiertas;
• Un acortamiento del período de cobertura de hielo y un alargamiento del período de aguas abiertas;
• Un aumento en la tasa de deriva del hielo.

Los estudios sugieren que el hielo marino está cambiando más rápidamente que lo proyectado y existe preocupación que la pérdida del hielo marino pueda haber pasado el punto de no retorno que podría acelerar los declives futuros. Las proyecciones del clima y los modelos del hielo marino deben ser vistos con cierta precaución, pero el mensaje es claro: El hábitat de los osos polares está cambiando.
Los cambios al hielo marino inducidos por el clima pueden resultar en cambios en la disponibilidad de las especies presa para los osos polares. Existe evidencia que las poblaciones de la foca común (también llamada foca de puerto o foca moteada del Atlántico, Phoca vitulina) están aumentando y que la foca de Groenlandia (Pagophilus groenlandica) se está expandiendo hacia el norte. Estas especies ya son presa de algunas poblaciones de osos polares, pero si el hielo marino sigue cambiando, estas especies podrían volverse más importantes para los osos polares, siempre y cuando ellos tengan una plataforma de hielo marino desde la cual poder cazar. Existe la preocupación de que si las condiciones del hielo deterioran mucho, los osos polares podrían ser reemplazados por otros depredadores de nivel alto, tales como las orcas (Orcinus orca), las cuales se ven excluidas de los mares cubiertos de hielo.

La evidencia de los efectos del cambio climático sobre los osos polares no es definitiva. Los efectos definitivos vendrán cuando desaparezcan algunas de las subpoblaciones. El estado de las varias subpoblaciones de osos polares varía ampliamente. Algunas se encuentran en declive debido a los efectos del cambio climático y otras no han mostrado ninguna indicación de cambio. Los efectos del cambio climático pueden ser diferentes en el tiempo y en el espacio; sin embargo, solo dos o tres subpoblaciones están siendo monitoreadas adecuadamente como para poder confirmar tendencias a largo plazo en su abundancia y así proveer ideas sobre lo que le puede ocurrir a la especie en un área grande.
Los impactos más notables del cambio climático en los osos polares se han observado en la parte oeste de la Bahía de Hudson, donde los declives en la condición corporal, la reproducción y la supervivencia han resultado en una reducción de un 22% en el tamaño de la subpoblación entre los años 1987 y 2004. La derretida temprana del hielo marino en la Bahía de Hudson es la fuerza mayor detrás de esta disminución en el tamaño de la población; también la continua cosecha insostenible de focas ha agravado la situación. La derretida temprana del hielo marino tiene dos consecuencias para los osos polares: Acorta el período de alimentación durante el período cuando los recientemente destetados cachorros de foca están disponibles, y alarga el período que los osos deben pasar en ayunas con una menor reserva de grasa. A pesar de que los osos polares están bien adaptados a períodos largos en ayunas, ellos tienen un límite en cuánto pueden sobrevivir sin alimento. Las hembras en condición pobre dan a luz a cachorros más pequeños que pesan menos y estos cachorros tienen una tasa de supervivencia menor. Con el tiempo, la baja supervivencia hasta llegar a la madurez significa que la subpoblación va a disminuir en número. Existen datos que muestran que los osos polares en la parte sur del Mar de Beufort y la parte sur de la Bahía de Hudson también están empeorando en su condición física, lo cual es a menudo un precursor a los declives en el tamaño de las subpoblaciones.

El calentamiento climático está alterando las condiciones del hielo marino y afectando a los osos polares en otras formas. En muchas áreas, el hielo polar cambia con las corrientes de viento y de agua y los osos polares a menudo caminan en contra del flujo de hielo con el fin de mantenerse en contacto con sus hábitats preferidos.

El calentamiento del clima está reduciendo el grosor y la extensión de la capa de hielo, lo cual puede resultar en una mayor deriva del hielo. El efecto es que los osos polares se encuentran sobre el equivalente de una cinta mecánica para caminar, y nosotros estamos aumentando su velocidad. El uso de más energía para la locomoción significa que tendrán menos energía disponible para el crecimiento y la reproducción. Al igual que la deforestación de los hábitats terrestres, la alteración de la dinámica del hielo marino puede aumentar la fragmentación del hábitat, haciendo más difícil el movimiento a través del paisaje.

Algunos ejemplos de los efectos esperados por los cambios en el hielo marino son:

• Aumento de los costos energéticos del movimiento;
• Alteración del tamaño del territorio y de su configuración;
• Alteración de los límites de las subpoblaciones;
• Acceso reducido a las áreas de madrigueras;
• Aumento de los períodos sin acceso a presa;
• Alteración de las especies presa;
• Aumento en la cantidad de tiempo que pasan nadando, lo cual puede resfriar a los cachorros y reducir su supervivencia.

Otros eventos son más difíciles de vincular directamente al cambio climático pero son consistentes con las predicciones. Se han observado osos polares ahogados cerca de las costas de Alaska que han podido perecer debido a la rápida retracción del hielo marino hacia el norte: La mayor extensión de aguas abiertas y mayores distancias entre la tierra firme y el hielo hacen más difícil para los osos encontrar refugio. En la misma área, se han visto casos de osos matando a otros osos polares y situaciones de canibalismo, lo cual puede estar relacionado a los cambios en la capa de hielo marino y a la menor disponibilidad de presa. Los machos adultos parecen estar lo suficientemente desesperados como para depredar a otros osos. A pesar de décadas de investigación, estos eventos nunca antes habían sido observados en el Mar de Beaufort, pero son consistentes con una población estresada.

Las cambiantes condiciones del hielo marino están afectando la habilidad de los osos de cazar sus presas. Durante los años de 2005 a 2008 en el Sur del Mar de Beaufort, se observaron a los osos cavar a través de hielo sólido en intentos de atrapar a cachorros de foca. Normalmente, los cachorros de focas anilladas nacen debajo de acumulaciones de nieve, los cuales pueden ser excavados por los osos con relativa facilidad. Sin embargo, excavar a zarpazos a través de hielo de hasta 70 cm. de espesor es ineficiente y posiblemente una indicación de la poca disponibilidad de cachorros de foca. Las focas parecen estar dando a luz bajo el hielo debido a las condiciones alteradas del hielo marino y a las tormentas que traen consigo hielo menos grueso. Las consecuencias a largo plazo para los osos polares son desconocidas, pero es muy posible que una reducción en el consumo de energía vaya a afectar a muchos aspectos de la ecología de los osos.

Recientemente, un nuevo estudio en Alaska reveló que las madrigueras de los osos polares en el hielo empacado han disminuido de un 62% entre 1985 y 1994 a un 37% entre 1998 y 2004. Esto probablemente es el resultado de declives en la cantidad de hielo viejo estable; aumentos en el hielo sin consolidar; el alargamiento del período libre de hielo, el cual reduce la disponibilidad y calidad de hábitats para hacer madrigueras en el hielo; y la protección a largo plazo de hembras en sus madrigueras, lo cual ha resultado que los osos que tienen fidelidad a hacer madrigueras en tierra firme no sean matados por cazadores. A medida que el hielo continúa cambiando, se espera que más áreas de madrigueras sean abandonadas.
En algunas áreas, el número de interacciones entre humanos y osos está aumentando. Los osos que se ven estresados nutricionalmente están pasando más tiempo en tierra firme y se acercan más a lugares habitados y a campamentos de caza en busca de alimento. A medida que el hielo marino continúe cambiando y que los osos aumenten en su estrés, se espera también un mayor número de interacciones con los humanos.

¿CUÁLES SERÁN LAS CONSECUENCIAS FUTURAS DEL HÁBITAT DE LOS OSOS POLARES SI NO SE DETIENE EL CALENTAMIENTO GLOBAL?

¿Podrán adaptarse los osos polares a una vida en tierra firme sin la presencia del hielo marino? Esta idea ha sido ingenuamente propuesta por algunos. Los osos polares con frecuencia alcanzan tamaños de más de 300 Kg. en las hembras y hasta 500 Kg. en los machos. En contraste, los osos pardos que viven en el Ártico, prácticamente al lado de los osos polares, raramente exceden los 200 Kg., lo cual refleja los escasos recursos alimenticios que proveen los ambientes terrestres en las altas latitudes. La idea de que una especie altamente especializada con más de 200.000 años de evolución pueda responder en décadas o, en el mejor de los casos, en siglos, a las pérdidas esperadas de su hábitat, es una visión extraña del proceso de la evolución.



Cualquiera que sea el caso, el nicho de un oso terrestre en el Ártico ya está ocupado por el oso pardo, del cual el oso grizzly (Ursus arctos horribilis) es una subespecie. La predicción del futuro es una actividad precaria, pero es claro que el hábitat del hielo marino del oso polar está cambiando rápidamente. Las especies altamente especializadas son particularmente vulnerables a los efectos de la pérdida de sus hábitats. En resumen, los cambios esperados en los osos polares con respecto al calentamiento del clima incluyen:

• Acceso reducido a las especies presa;
• Reducción en la condición corporal (salud);
• Menor supervivencia de cachorros;
• Menor tasa reproductiva;
• Aumento en la agresión intraespecífica;
• Aumento en el canibalismo;
• Menor supervivencia de los adultos;
• Tasas de movimiento alteradas;
• Cambios en las áreas de madrigueras;
• Cambios en los límites de las poblaciones;
• Aumento en las interacciones con los humanos;
• Alteraciones en la composición de las presas;
• Reducción en el tamaño de la población.



La pérdida del hielo marino es similar a la deforestación de los bosques húmedos tropicales: con muy pocas excepciones, al perder el hábitat se pierde la especie. A diferencia de otras especies, los osos polares no van a responder bien a un cambio en su distribución más hacia el norte, debido a que el área polar es profunda, fría y de muy poca productividad. La pérdida de los hábitats costeros muy productivos será una pérdida muy seria. Sin embargo, el hielo marino es más que una plataforma. Es el hábitat de los osos polares y de las muchas especies en que ellos dependen. Desde el fitoplancton hasta los peces, el hielo marino es una parte integral del ecosistema marino del Ártico.

Fuente: American Institute of Biological Sciences

0 comentarios:

Publicar un comentario